de Julio Lumbreras
Parques de Estudio y Reflexión Montecillo
Julio de 2011
Vivimos una etapa interesante en el proceso humano que se caracteriza entre otras cosas por la vertiginosa sensación de que todo está cambiando velozmente a nuestro alrededor y en nosotros mismos, no es apenas más que el comienzo del gran cambio que se avecina, es una intuición y quizás algo más, pero es seguro que muchas personas coincidimos al experimentar esto de la aceleración y el cambio futuro.
Sin embargo, algo que debemos comprender como premisa es que tenemos una tendencia a “mirar” desde una determinada perspectiva que condiciona nuestra percepción de la realidad y distorsiona eso que cada uno llamamos “realidad” y en esa mirada distorsionada influye y determina lo que llamamos paisaje de formación (1).
Existe un paisaje humano y un paisaje externo en el que nos hemos formado y que está condicionado fuertemente por “el recibir”, nos han educado para recibir objetos, afectos y otras muchas cosas tangibles e intangibles, se nos ha formado en la ingenua creencia de que recibir es siempre mejor que dar y esto ha ido creando una serie de comportamientos personales que casi siempre nos llevan al fracaso. Fracasamos en nuestra ingenuidad de percibir al mundo, a uno mismo y a los demás, como si éste estuviera puesto ahí para que uno lo devorara, fracasamos al percibir la propia existencia como si se tratara de acumular triunfos, reconocimiento social y no nos damos cuenta que es la dirección (2) de nuestras acciones lo que nos hace fracasar. Fracasamos por que nos miramos planos sin profundidad contaminados por esa mirada estática, consumista y utilitarista de uno y de los demás.
Hay un mundo que se va, tenemos que darnos cuenta que ese es el mundo donde se clasifica en base a “éxito” y “fracaso” y hay un mundo que esta naciendo donde una cálida mirada se va posando sobre el sentido profundo de la acción humana y de la propia existencia, un mundo que de ser traducido con bondad transformará la sociedad humana como nunca antes se vio o se imaginó.
Ese mundo ya está aquí, está en mi, está en ti y en la gente que nos rodea, todavía es apenas un rumor, un leve murmullo que se abre paso en el interior de cada persona rica, pobre, culta, ignorante, en todas las razas y culturas y que como un niño pequeño comienza a dar sus primeros pasos, a tropezar y levantarse, es el mundo del dar que barrerá definitivamente a ese absurdo mundo del recibir en el que nos hemos formado, es el mundo de la diversidad y la convergencia, de la profundización en el interior de la existencia, ese mundo ya está aquí y tu formas parte de el aunque no lo registres claramente todavía.
“Tu profundiza en ti y yo en mi y ahí nos encontraremos.” (3)
El registro del recibir
Nos hemos formado en el mundo del recibir, nos han educado para contraer no para soltar, y así nos hemos creído una “realidad” “nos han dicho que la gente es egoísta y que uno debe mirar primero por uno porque nadie te va ayudar” “que sólo dan los tontos” Con todo este fárrago de argumentaciones parecía imposible creer que existiera en el mundo una sola persona generosa, una sola persona que pensara en el bien común y sin embargo las hay!!! Seguro has conocido alguna persona con estas características, si es así, habrás observado que esas personas suelen ser alegres, sinceras y tranquilas ¿Pero cómo es posible esto? Ahora resulta que los “tontos” que no sólo se preocupan por ellos mismos sino que también lo hacen por los demás, son felices.
Cuando la vida sólo se ocupa en la solución de los propios problemas, no sólo no se solucionan los íntimos asuntos, sino que habitualmente se suelen complicar. Este estado constante del recibir se experimenta como contracción, como contradicción, todo entra y nada sale de uno. Si me pregunto, qué he hecho en mi vida? Qué cosas he realizado con verdadero gusto y que me han hecho sentir de una manera diferente a la habitual?
Seguramente observaré que estás acciones tenían que ver con prestar ayuda a otros, con el dar sin cálculo, con el desprendimiento de algo. Que curioso resulta, nos han hecho creer que recibir era mejor que dar y sin embargo cuando sólo recibimos nuestra vida se contrae, se va empequeñeciendo y se corrompe. En este sistema consumista cuyo máximo valor es el dinero y la compra de objetos y personas, observamos a nuestro alrededor que aumenta la contradicción y el sufrimiento, se percibe el futuro con desesperanza, se experimenta la perdida de sentido en la vida, se pierde la fe en uno mismo y en los demás.
Hoy, este mundo del recibir está en crisis, algo nuevo está naciendo en las personas, algo leve como un murmullo está naciendo en el interior del ser humano y ese “algo” que nace tiene que ver más con la necesidad del dar que con el recibir. Claro está, que uno también recibe cosas, afectos y esto no tiene nada de malo, pero si la vida de uno no cobra sentido más allá de esto seguramente es que pertenecemos al mundo que se va y no al mundo que está naciendo.
La nueva civilización planetaria, el futuro del dar
Hay un registro inequívoco del dar, es ese que ha acompañado siempre a las buenas personas, aunque no obtuvieran “éxito” en sus luchas, seguramente es el registro que acompañó en su vida a las grandes almas: Gandhi, Luther King y Silo entre otros. Ya cada uno de ellos anunciaba el surgimiento de la civilización del dar, cada uno a su manera con una fuerte inspiración que irradiaba bondad, lucharon con todas sus fuerzas contra la violencia de lo establecido, fueron incomprendidos, denigrados, aislados e intimidados por los defensores del sistema pero ellos nunca abandonaron su creencia en el cambio bondadoso y no-violento de la sociedad humana y del mismo hombre.
Es para esa nueva civilización que está naciendo de gran valor reconocer el aporte de estas grandes almas que en su vida proclamaron valientemente la necesidad del dar. Son los guías luminosos que inspiran el cambio apoyándose en los mejores valores del ser humano: Partir del oscuro mundo del recibir camino a la claridad del mundo del dar.
Pero a estas alturas, seguramente te estarás preguntando ¿Y yo que puedo dar? Y ¿qué es todo este rollo del dar? Desde la mirada y los valores del mundo que se va, es muy probable que uno no tenga mucho que dar a los demás, qué podría ofrecer uno: dinero? Pero si te emplazas en eso nuevo que está naciendo en ti (o quizás ya lo tenías y no te dabas cuenta) Seguro que tienes mucha amistad que puedes compartir, ayuda desinteresada que ofrecer a otros que lo necesitan y experiencia para apoyar a mejorar la vida en general. Y cómo se experimenta esto te preguntarás? la experiencia hay que vivirla, atreverte a tomar decisiones valientes que tengan como objetivo el mejoramiento de la vida en ti y en quienes te rodean, que de esto obtendrás con total seguridad el registro de crecimiento interno que tu vida anda buscando, avanzará poco a poco el estado de unidad interna y retrocederá el de contradicción que hasta ahora ha acompañado tus días.
Esta es la condición de esa nueva civilización que nace y no del mundo que camina hacia la muerte.
No debes preocuparte en esta nueva etapa, ni sentir temor, los grandes guías están ahí para velar por tu andar, sólo tienes que escucharte y escucharlos en tu interior y cuanto más fuertemente pidas ayuda, más fuertemente llegará a tu corazón la señal de lo sagrado y lo profundo que hay en ti y todos los seres de este mundo.
Notas:
(1) Paisaje de formación: Epílogo del Libro Autoliberación, Luis A. Ammann
(2) Sobre la dirección mental: Charla de Silo
(3) A cerca del Mensaje de Silo: Charla de Silo
Referencias bibliográficas:
El Dar y el Recibir, Humanizar la Tierra Obras completas de Silo
El voluntario, Charla de Silo en México 1981
La Historia de la no-violencia (Documental) de Alain Du
